Hacer literatura es un arte que implica plasmar las emociones, las percepciones, las dudas e incluso las fantasías de aquellos que escriben como una huella de palabras de su estar en el mundo. Cuando el/la artista logra retratar la esencia del ser humano, su obra permanece y se convierte en testimonio individual viviente de una época.

A pesar de esta individualidad de los autores modernos, en cuanto a los moldes, existen clasificaciones para orientarse frente al fenómeno literario. Y estas resultan aun validas, tanto para aplicarlas a las obras de la antigüedad, como a las del presente. Sin embargo, debe recordarse que la obra literaria de calidad es un universo en si misma, y como tal, contiene una variedad de combinaciones. De ahí que estas categorías solo tengan un propósito orientador que no debe considerarse definitivo. Hay múltiples ejemplos de combinaciones, en una misma obra, de las tres actitudes básicas del creador: poesía, cuento y novela.

   Lo que se pretende es de llegar a dominar el lenguaje para hacer con él lo que se desee, lo que se imagine, lo que se siente, lo que se sueñe, lo que se desconoce...